Argumentos y libretos de óperas

“Pagliacci” de Ruggero Leoncavallo

Pagliacci (Payasos) es un drama en un prólogo y dos actos con música y libreto de Ruggero Leoncavallo (Nápoles, 1857 – Montecatini Terme, 1919).

La obra relata la tragedia de un esposo celoso y su esposa en una compañía teatral de la comedia del arte.

Alrededor del año 1890, el éxito de Cavalleria rusticana de Mascagni le inspiró a Leoncavallo la escritura de un nuevo libreto, destinado a una ópera de características afines que terminó por insertarlo en el campo del verismo. La trama de la ópera se basa en una historia verdadera que había visto de pequeño. Leoncavallo afirmó que un criado lo había llevado a una representación de la comedia del arte en la que los acontecimientos de la ópera habían realmente ocurrido. También dijo que su padre, que era un juez, había llevado a cabo la investigación criminal, y que tenía documentos que apoyaba estas alegaciones. El musicógrafo y periodista argentino Claudio Ratier, divulgador especializado en el género operístico, en Las óperas – Compositores y obras desde el siglo XVII hasta el siglo XX reproduce el relato de Leoncavallo.

Pagliacci se estrenó en el Teatro Dal Verme de Milán el 21 de mayo de 1892, bajo la dirección de Arturo Toscanini y el elenco estuvo formado por Fiorello Giraud (Canio), Adelina Stehle Garbin (Nedda), Victor Maurel (Tonio), Francesco Daddi (Beppe) y Mario Ancona (Silvio).

En Buenos Aires se estrenó en el desaparecido Teatro de la Ópera el 20 de junio de 1893. En el Teatro Colón se ofreció en la temporada inaugural de 1908, bajo la dirección de Arturo Vigna y un elenco formado por Amedeo Bassi (Canio), Titta Ruffo (Tonio), Emilia Reussi (Nedda) y Cesare Spadoni (Beppe). Uno de los más importantes barítonos de su época y de todos los tiempos, Titta Ruffo, repitió su aplaudida personificación de Tonio en las temporadas de 1909, 1910, 1916 y 1926 del primer coliseo. El de Canio también fue uno de los roles más celebrados del “Gran Caruso”, interpretación que ofreció al público del Teatro Colón en 1915 y 1917.

Esta obra es, junto a Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni, una de las máximas representates de la tradición verista italiana.

Publicidad

Publicidad

 

Personajes

  • CanioJefe de la troupe (Pagliaccio, esposo de Colombina) — tenor
  • NeddaEsposa de Canio (Colombina, esposa de Pagliaccio)soprano
  • SilvioCampesino, amante de Nedda — barítono
  • TonioEl bobo (Taddeo, sirviente de Colombina) — barítono
  • BeppeActor (Arlequín, amante de Colombina) — tenor
  • Aldeanos y campesinos — coro

Argumento

La acción se sitúa en Montalto di Calabria (Italia) en la tarde del 15 de agosto alrededor del año 1865-1870.

Prólogo

La introducción orquestal es interrumpida por el actor que va a representar el papel de Tonio.
Saca su cabeza por entre las cortinas, pide permiso “Si puo signore signori!” y después se adelanta hacia el público, presentándose: es el Prólogo. Y anuncia que el drama de que van a ser testigos, aunque representado por actores, trata realmente de seres humanos con sentimientos corrientes.
Después, se levanta el telón.

Acto I

La tarde de la fiesta de la Asunción ha llegado a la aldea una compañía de cómicos, y los aldeanos, alegres, les dan la bienvenida. Canio, el director, baja del carromato y agradece a los aldeanos su bienvenida, anunciando que la representación tendrá lugar a las once de la noche. La esposa de Canio, Nedda, va a bajar del carro y Tonio, un jorobado, enamorado vanamente de ella, va a ayudarla a descender, pero Canio, violentamente, le aparta y ayuda a su mujer. La gente se burla de Tonio, quien murmura que vengará esta humillación.

Un aldeano invita a los comediantes a la taberna. Peppe acepta, pero Tonio declina la invitación. Otro aldeano dice jocosamente que Tonio se queda para cortejar a Nedda. Canio advierte solemnemente que aunque esta situación pueda ser graciosa en la escena, no lo es en la realidad. “Un tal gioco, credete mi”. Nedda lo oye y se muestra preocupada; pero Canio asegura a los aldeanos que no sospecha de ella. Se escucha el sonido de gaitas, y después, de campanas, cuando cae la noche. Los aldeanos se marchan imitando el tañido de las campanas y cantando tonadas de amor.

Sola, Nedda canta nerviosamente su preocupación por la sospechas de su esposo “Qual fiamme avea nel guardo”; después, llevada por la belleza del canto de los pájaros, prorrumpe en un canto de felicidad “Stridono lassù”. Cuando acaba, aparece Tonio. Ella se mofa despiadadamente del jorobado y de su declaración de amor; llega un momento en que él no puede resistir su impulso y trata de besar a Nedda, pero ella golpea la cara del jorobado con un látigo. Dolorido y humillado, Tonio se marcha jurando que se vengará.

Un momento después aparece Silvio, un aldeano que es el verdadero amante de Nedda. Pide a Nedda que se fugue con él, y ella, al principio, se resiste, pero finalmente, accede. Durante el largo dúo que ambos mantienen, entra Tonio, que ve a los amantes, aunque no es visto por ellos. Busca a Canio, quien llega demasiado tarde para ver a Silvio, pero a tiempo para escuchar las palabras de Nedda: “A stanotte e per sempre tua sarò! ”. Tonio dice a Nedda que ha sido él quien ha avisado a Canio; éste exige a su esposa que le revele el nombre de su amante, pero ésta se niega.

En su furor, Canio está a punto de matar a Nedda, pero interviene Peppe; calma al esposo y lleva fuera de allí a Nedda. mientras que Tonio promete vigilar. Vuelve un momento Peppe y dice a Canio que debe vestirse para la representación y a Tonio que toque el tambor para llamar a los aldeanos. A solas, Canio se enfrenta con el hecho de que a pesar de su tragedia personal tiene que hacer de payaso y divertir al público: “Vesti la giubba”.

Acto II

Más tarde, ya noche cerrada, los aldeanos empiezan a llegar para asistir a la representación. Tonio los anima: “Avanti! Avanti!”. Mientras se acaban de instalar las sillas, en medio de una confusión general, Nedda tiene ocasión de cambiar unas palabras con Silvio. El público comienza a impacientarse, cuando suena la campana y se alza el telón.

A los sones de un burlesco minueto dieciochesco, Colombina (Nedda) aparece en su casa. Su marido, Pierrot, está fuera, dice Colombina, y como el payaso Taddeo ha ido al mercado, está el campo libre. Entonces se oye la serenata de Arlequín (Beppe) “O Colombina il tenero fido Arlecchino” pero antes de que éste haga su aparición llega Taddeo (Tonio) y declara grotescamente su amor a Colombina, en tanto que Arlequín penetra en la estancia por la ventana.

Arlequín arroja de allí a Taddeo, que promete vigilar. La pareja entona ahora un dúo amoroso, en ritmo de gavota, mientras cenan, pero son interrumpidos por Taddeo, que les advierte que Pierrot (Canio) se acerca. Se marcha Arlequín y cuando entra oye la voz de Colombina que dice: “A stanotte e per sempre io sarò tua!”, es decir, las mismas palabras que en la realidad Canio oyó de labios de Nedda.

En este momento, Canio, tranquilo, trata de seguir representando su parte en la farsa; en su papel de Pierrot acusa a Colombina de tener un amante; ella dice que la persona que estaba con ella era Taddeo, al que hace entrar, y éste asegura a Pierrot con un gesto despreciativo, lleno de significación, que su esposa le dice la verdad. Ahora Canio no puede más; olvida la representación y pregunta fieramente a su esposa por el nombre de su amante. Ella trata de reírse de su marido, llamándole payaso, a lo que él, lleno de furor, responde: “No, Pagliaccio non son!”.

El público, a excepción de Silvio, encuentra espléndida la representación y grita: "¡Bravo!" Por un momento, Nedda se da cuenta de lo que está ocurriendo y cuando su esposo vuelve a preguntarle por el nombre de su amante trata de seguir adelante con la representación. Creyendo que se mofa de él, Canio amenaza con matarla; el público, por su parte, empieza a darse cuenta de que los comediantes no están actuando. Durante un inflamado diálogo, lleno de pasión, Silvio trata de acercarse; por su parte, Peppe intenta avanzar un paso, pero Tonio lo impide. Canio hiere mortalmente a Nedda; ella pide ayuda a Silvio, que salta al escenario para ayudarla, pero Canio también lo apuñala. Vuelto hacia el público, Canio exclama: “La commedia è finita!”.

Libreto y otros enlaces de interés

Ruggero Leoncavallo
 

Más argumentos y libretos de óperas

Publicidad

 

Agradecimiento

Agradecemos especialmente la gentileza de los sitios web: Intermezzo, de Rafael Torregrosa Sánchez; y Kareol, de Eduardo Almagro López, por permitirnos utilizar parte de sus contenidos.